Einstein dijo una vez que “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”... o por lo menos, eso es lo que dicen que dijo Einstein… Ya que su veracidad no es comprobable.
En lo personal, si la escribió él, confiaría en su sapiencia. Y si no la hubiera escrito él, confiaría en el sentido común de todos modos.
He crecido rodeada de prejuicios y me reconozco a mi misma como un ser prejuicioso y agarrado a miles de juicios y conceptos que jamás he salido a corroborar que fueran verdaderos. De algunos cientos me he librado pero solo cuando pude cuestionar una idea, o verla rota por la experiencia.
Crecí escuchando frases como: “Los negros son vagos, no trabajan, son borrachos”, “Todos los políticos son corruptos”, “Los perros no van al cielo”, “El cristiano no debe hacer amistad con un mundano”, “Las mujeres no invitan a una cita a un chico”, “El matrimonio es atarse la soga al cuello”, “Los que van al Psicólogo estan locos”, etc…
Los prejuicios son lentes con los que vemos el mundo. Lo interesante es reconocer que todos llevamos puesto alguno, casi tan cierto como que tenemos ojos. Algunos lentes pueden ser más negros, otros más tenues. Algunos pueden ser grandes, otros pequeños. Algunos invisibles, otros muy visibles.
Lo que nos cuesta a los seres humanos es mirar al mundo, a las personas como si fuera la primera vez que las viéramos. En lugar de eso, mentalmente activamos todo un sistema de deducciones basadas en nuestras experiencias y escuchas previas.
Pero, de vez en cuando viene bien poder preguntarnos: ¿Esto será así? ¿De qué estamos hablando?
¿Puede el color de piel delatar la personalidad de una persona? ¿Todos los políticos son corruptos, o más bien los humanos tenemos que luchar con nuestra tendencia a la estafa y al egoísmo? Si un político es corrupto, ¿habrá un pueblo que lo tolera silenciosamente mientras aguarda y ruega que pronto le toque su turno para afanar un poco? ¿Como puedo hablar del cielo y contar lo que habrá si para eso tendría que haber muerto o haber tenido una visita guiada por allí con el mismísimo Dios? ¿El cristiano es extraterrestre que no se junta con mundanos? ¿Donde esta el problema, en la geografía o en el interior del corazón propio? ¿Donde está escrito que los hombres tienen que iniciar una conversación con una chica y las chicas tienen que planchar camisas? ¿Casarse es ahorcarse? ¿Vivir con la sensación de estar atado no será acaso un síntoma del cese de la ternura y la pasión necesarias para cuidar de alguien y cuidarme? ¿Será que el que va al Psicólogo está loco o todos estamos un poco locos y no queremos reconocerlo? ¿Si estuviera tan loco iría? o ¿va porque quiere despertar la potencia que tiene dormida?
Preguntar no hace mal. Dudar de nuestras propias certezas no daña nuestra cabeza, al contrario, indica que la estamos usando. Pensar es el ejercicio que oxigena el cerebro y “libera toxinas”.
Preguntar abre la mente... no hace mal. Tener dudas y curiosidad hace que descubras lo que nunca sabías que estaba ahí, esperando a ser encontrado o construido.