¿Y dónde están los adolescentes?

26.12.2014 21:09

 

“Ojalá que los jóvenes no sean como los adultos. El mundo está gobernado por adultos y miren el desastre que tenemos!” Junior Zapata – Teólogo, Filósofo

 

Para el adulto promedio, los adolescentes son rebeldes, egoístas, despreocupados, inestables, sucios, vagos, fiesteros que no tienen futuro, no leen, no piensan, no saben nada de política ni de la vida.

Ahora, ¿Qué pasaría si les preguntáramos si sus hijos adolescentes son todo lo descripto a continuación? ¿Qué pasaría si les preguntáramos si ellos fueron esos adolescentes?

Los modos de ser adolescente están asociados con estas caracterizaciones si vemos el “vaso medio vacío” de este momento de la vida. ¿Pero qué pasa con todo aquello que olvidamos?

 

Puesto que, los adolescentes también…

… creen que pueden cambiar el mundo y de hecho muchos de ellos lo han cambiado,

… tienen una profunda búsqueda por lo espiritual, y le dan mucho lugar a los afectos (al amor, al dolor, a la alegría, a la curiosidad)

…se preguntan y se cuestionan a sí mismos con mayor facilidad de lo que lo hace un adulto promedio,

… cuestionan los modos familiares y de educación porque sospechan que existen modos diferentes de vivir en donde se puede crecer pero a la vez disfrutar en el hoy,

…tienen la capacidad de cambiar su estilo de vida si se lo proponen con mayor facilidad que un adulto, pues tienen menos prejuicios e interés por agradar a los demás que un adulto,

… tienen que aprender a aceptarse y quererse así como son, con un cuerpo nuevo que posiblemente no encaja con el modelo perfecto que le vendieron en la TV,

…tienen la capacidad de desarrollar modos de empatía y protección grupal ante las situaciones difíciles que le rodean (si bien también puede ser muy cruel a veces),

…tienen que elegir por primera vez con quienes se van a juntar, a quién amar, cómo vestirse, qué estudiar, de qué trabajar (ya que anteriormente un adulto lo hacía),

… tienen más amigos que el adulto promedio (de hecho la mayoría de los amigos que tiene un adulto, son amigos ganados cuando adolescente),

….tienen que enfrentarse a un mercado laboral feroz que los explota a cambio de monedas porque dice que “son jóvenes inexpertos” y armar la confianza en sí mismo en esas condiciones,

…tienen que sobreponerse a la frustración de un mundo que no les abre las puertas, sino que se las cierra; descubrir las injusticias, los desamores, las traiciones…

No digo que todos los adolescentes hagan cada una de estas cosas, pero esto es lo que posiblemente vos que estás leyendo sentís que hiciste alguna vez. No sé por qué nos cuesta tanto ver esto mismo en los adolescentes actuales. Nos cuesta reconocer la desesperanza y la frustración con la vida en muchos modos de vagancia adolescente. Nos cuesta reconocer que a lo mejor, mucho de lo que cuestionan de la educación hace falta repensarlo (por lo menos). Nos cuesta reconocer que tienen menos historia encima y más futuro, pero que a veces no ven ni uno ni otro… y que a veces a los adultos nos pasa lo mismo (solo que nadie se entera). Nos cuesta reconocer. Nos cuesta reconocernos (otra vez), porque no visten nuestras ropas, no se peinan igual, no hablan igual, nos acusan de retrógrados… 

No son iguales a nosotros, y no tienen por qué serlo, siguen creando, siguen pensando porque no les gusta el mundo que reciben o cómo los recibe. Pero también hay muchos que ya dejaron de pelear, que están cansados, resignados, que se piensan y no ven futuro…

En el fondo, la adolescencia, esa eterna juventud, es la cosa más envidiada y añorada por todos. Por eso los “kinderdultos” de hoy, y los adolescentes que ya no saben qué hacer para diferenciarse (ya que el mercado y los adultos que los rodean “copan” sus formas de ser en el mundo diferentes). 

Los adolescentes no se esfuerzan por asemejarse como a veces se cree con la famosa “presión de grupo”, el esfuerzo más grande es por diferenciarse. El esfuerzo más grande tiene que ver con ser ellos mismos y ser aceptados así. No buscan modelos, pero no porque no quieran ser “nadies”; no buscan porque quieren descubrir toda la potencia que tienen ellos, y en el camino hay peligro de frustrarse, pero no mucho de más que al imitar modelos…

¿Y si en vez de criticarlos tanto los escucháramos más? … Y si los escucháramos, ¿a lo mejor también recibirían nuestras críticas? Y si nos escucháramos mutuamente, ¿a lo mejor podríamos pensar un presente diferente con efectos sobre el futuro mediato e inmediato?